Una puerta corriente y moliente
Las puertas (door en inglés, porte en francés, UUUOOUHH en balleno, guau en canino) son unos objetos usados para separar mundos y espacios físicos. Normalmente se componen de una placa rectangular de altura variable conectada a unas bisagras que permiten girar la puerta, de forma que permita o no el tráfico de aire, humanos, patos u ovnis. Las puertas de toda la vida poseen una manivela que, de ser empujada hacia abajo, permite el movimiento de la puerta al accionar un mecanismo. Otras puertas tienen pomo, que es un chirimbolo que gira. Para asegurar su cierre, existen cerraduras y llaves que se usan para impedir que la puerta se abra (por ejemplo, si secuestras a alguien), de forma que metiendo la llave en un agujerito y girando, se cierra. Para abrir, hacer lo mismo pero para el otro lado. Fácil y sencillo, para toda la familia.
En los tiempos que corren y desde la famosa "rebelión de las puertas", estas se han modernizado. En los supermercados existen puertas automáticas que se abren solas cuando detectan una presencia, y se componen de dos placas de cristal (en caso de que fallen, coger un pedrolo y lanzarlo mientras se grita "¡roca vaaa!"). Otras puertas se componen de dos placas de material indefinido, y pueden tener manivelas para abrirse u optar por empujones. Las puertas de los establecimientos suelen estar abiertas para que la gente entre (si no, no ganarían dinero), y cuentan con un moderno sistema para su apertura: si pone "Empujar", hay que empujarlas; si pone "Tirar", hay que agarrarla de algún sitio y tirar de ella. Buf, qué difícil está el mundo...
El mundo de las puertas es asombroso, y muchos no cuestionan que este objeto sea una maravilla del mundo. Las puertas normalmente se hacen de madera o metal, pero podrían hacerse de corcho o café con leche. Además de su uso de pasar, las puertas tienen mirillas para cotillear el exterior, bocinas, escopetas incorporadas... Vamos, que son lo más.
Galería[]
